Con un panorama más alentador, las proyecciones para este año apuntan a un crecimiento del 4%, una inflación desacelerada y el inicio de una recuperación económica que buscará llegar al bolsillo de los argentinos.
El 2024 no fue un año fácil para la economía argentina. El nivel de actividad cayó un 3%, y sectores clave como la industria y el comercio minorista sintieron el impacto. Sin embargo, las proyecciones para 2025 traen algo de aire fresco: se espera un crecimiento del 4%, impulsado por la construcción, la exportación de energía y un consumo que podría repuntar gracias a la moderación de la inflación.
La inflación cerró el año pasado en un altísimo 118% anual, pero las consultoras ya proyectan una importante desaceleración para este año, con un índice cercano al 35%. Si estas expectativas se cumplen, el poder adquisitivo podría empezar a recuperar terreno perdido, y con ello, el consumo.
El Gobierno apuesta fuerte a su estrategia económica: menos trabas para el comercio, incentivos a la inversión extranjera y una presión impositiva más baja. La eliminación del impuesto PAIS, sumada a un tipo de cambio más competitivo, busca estimular sectores como la energía, la minería y la tecnología, pilares clave para la generación de divisas.
Aun así, el camino no está libre de obstáculos. El contexto global sigue siendo incierto, con tensiones geopolíticas y precios internacionales de las materias primas que Argentina exporta que podrían jugar en contra. Pero, si las reformas del gobierno logran consolidarse y la inflación continúa bajando, 2025 podría marcar el inicio de una recuperación más sostenida, tanto para las empresas como para el bolsillo de los argentinos.