El 67% del consumo textil en Argentina ya es de origen extranjero, impulsado por la apertura comercial, el abaratamiento en dólares y la caída del consumo local.
En un contexto de dólar barato, la apertura comercial y la eliminación de controles aduaneros aceleraron un fenómeno que inquieta a la industria textil: por primera vez, la ropa importada representa más del 67% del total de prendas consumidas en el país, y en shoppings, esa participación sube al 75%. La Fundación Pro Tejer alertó que esta situación podría profundizar el cierre de empresas, la destrucción de empleo y la pérdida de capacidad productiva local.
Durante el primer trimestre de 2025, las importaciones de ropa crecieron un 86% en volumen interanual, y las de textiles para el hogar un 109%, alcanzando niveles récord. Este salto, además, se dio con valores FOB promedio notablemente más bajos que en los últimos diez años: en algunos productos, los precios de importación cayeron hasta un 45%, lo que refuerza sospechas de subfacturación tras la derogación de los valores criterio en Aduana.
¿Por qué bajan los precios?
La combinación de reducción de aranceles (del 35% al 20% en indumentaria), dólar relativamente estable y barato, sobreoferta internacional y menos controles en frontera, permitió que el ingreso de productos importados gane terreno rápidamente. Al mismo tiempo, los precios de la ropa local crecieron muy por debajo de la inflación: entre diciembre de 2023 y marzo de 2025, subieron un 92%, frente a un IPC acumulado del 136%.
Desde el Gobierno sostienen que la mayor competencia externa ayuda a bajar los precios, pero desde el sector productivo lo atribuyen a la fuerte caída del consumo por la pérdida de poder adquisitivo. Según Pro Tejer, esto obliga a las empresas a operar con rentabilidad negativa y mayor presión sobre los costos fijos, dificultando la sostenibilidad del negocio.
Además, la Fundación remarcó que solo el 8% del precio final de una prenda premium corresponde efectivamente a la industria nacional. El resto se reparte entre impuestos (50%), costos financieros y comerciales (30%) y márgenes de intermediación (12%).
Con un mercado cada vez más dominado por importaciones baratas y un entramado productivo en retroceso, el sector textil enfrenta un punto de inflexión. La industria reclama reglas claras para competir y advierte que, sin políticas que resguarden su lugar, Argentina corre el riesgo de perder capacidad industrial y depender aún más del exterior para abastecer su mercado de consumo básico.