EN VIVO

El carry trade y la trampa que Argentina no deja de pisar

Cuando todo parece estable, entran dólares. Cuando crecen las dudas, se van volando. Así funciona el famoso «carry trade» que cada tanto nos deja al borde del abismo.

En el mundo financiero hay jugadas que se repiten, y países que insisten en tropezar con la misma piedra. Argentina es uno de ellos. Una de esas estrategias es el carry trade, una situación que suena técnica pero que tiene impacto directo en la economía cotidiana.

La lógica es simple: inversores del exterior venden dólares, los cambian por pesos y colocan ese dinero en instrumentos que pagan tasas altísimas. Mientras el tipo de cambio se mantenga relativamente estable, el negocio es redondo, ya que las tasas en dólares son más altas que en el resto del mundo. Pero si el dólar empieza a moverse, todo se puede desarmar en un abrir y cerrar de ojos.

Argentina ha sido escenario de varios capítulos donde entraron capitales financieros buscando aprovechar ese diferencial de tasas, y se fueron en masa cuando olieron el primer signo de inestabilidad, provocando fuertes devaluaciones del peso.

Uno de los casos más recordados fue la famosa “tablita” de Martínez de Hoz durante la dictadura: un esquema donde se anunciaba de antemano cuánto iba a subir el dólar, lo que eliminaba casi por completo el riesgo cambiario. Así, miles de inversores metieron pesos para aprovechar las tasas, hasta que el plan explotó y el tipo de cambio se disparó. Lo mismo pasó durante la convertibilidad, cuando el uno a uno garantizaba estabilidad cambiaria. Los dólares fluían, pero el sistema colapsó en 2001.

Más cerca en el tiempo, entre 2016 y 2018, el gobierno de Macri volvió a apostar a esta dinámica. Levantó controles y ofreció tasas en pesos muy por encima de lo que se pagaba en el mundo. Las LEBACs fueron el vehículo preferido para hacer el rulo. Pero en cuanto se empezó a perder la confianza, el dólar voló, la salida fue desordenada y terminó con un préstamo récord del FMI.

En todos estos casos, la historia fue parecida: estabilidad cambiaria forzada con préstamos internacionales, desregulación de la cuenta capital, tasas atractivas, entrada de dólares especulativos y una salida caótica cuando el contexto dejó de acompañar, con disparadas en el valor del dólar y en la inflación y en consecuencia en los niveles de pobreza.

El carry trade no es malo en sí. En países con políticas claras y confianza sostenida, puede ser una forma de atraer capitales y financiar inversión. Pero cuando es la única pata del modelo y se sustenta con deuda externa, se transforma en una bomba de tiempo. La economía queda atada con alambre, y lo que parecía un veranito puede convertirse en tormenta en cuestión de días.

Hoy el esquema económico de Javier Milei vuelve a mostrar características típicas de un ciclo de carry trade. Con un dólar oficial barato y planchado, tasas en pesos que rinden por encima de la inflación proyectada, y sin cepo para el ingreso y egreso de capitales, el contexto resulta ideal para que grandes fondos internacionales vuelvan a probar suerte en el “rulo argentino”. De hecho, la semana pasada JP Morgan recomendó a sus clientes posicionarse en LECAPs, apostando a que la estabilidad cambiaria se mantenga al menos unos meses más, para aprovechar y hacer tasa en pesos.

La historia reciente muestra que este tipo de esquema puede sostenerse por un tiempo, pero rara vez termina bien si no viene acompañado por un programa económico más integral y de largo plazo.

Scroll al inicio