El fallecimiento del Papa Francisco reabre el debate sobre el financiamiento del Vaticano y el funcionamiento económico de la Santa Sede. ¿Cómo se sostiene el Papa y qué pasa con sus recursos tras su muerte?
Tras el fallecimiento del Papa Francisco a los 88 años, muchos se preguntan qué sucede con las finanzas personales de la figura papal. Si bien la Iglesia Católica es una de las instituciones más influyentes del mundo, el Papa, curiosamente, no tiene sueldo. Su rol es entendido como un servicio espiritual y no como un trabajo remunerado, de modo que no recibe remuneraciones mensuales.
A pesar de no tener un sueldo, todos sus gastos, desde la vestimenta y la alimentación hasta los viajes y la seguridad, son cubiertos por el Estado Vaticano. Además, puede disponer de una pequeña asignación mensual, estimada en unos 2.500 a 3.000 euros, destinada a sus necesidades personales.
Pero ¿de dónde proviene el dinero? El financiamiento del Papa y del Vaticano proviene principalmente de tres fuentes:
-Fondos propios de la Santa Sede: ingresos por inversiones, propiedades y publicaciones.
-El Óbolo de San Pedro: una colecta mundial de los fieles católicos que se destina a obras de caridad y al mantenimiento de las tareas pastorales del Papa.
-Donaciones privadas y legados testamentarios: tanto de fieles como de organizaciones católicas.
Estos recursos permiten sostener no solo la vida del Papa sino también la estructura de la Curia Romana, los servicios diplomáticos y las obras sociales en todo el mundo.
¿Y qué sucede después de ser Papa? En caso de renuncia, como ocurrió con Benedicto XVI en 2013, el Vaticano asegura al Papa emérito una pensión vitalicia y cobertura total de sus gastos. En el caso del Papa Francisco, su fallecimiento implica que todos sus bienes personales vuelven a la Santa Sede, ya que el Papa no acumula patrimonio propio.
La figura del Papa, aunque revestida de un inmenso poder espiritual y político, representa también un modelo singular de sostenimiento económico: sin salario, sin propiedad privada, pero con el respaldo completo de una de las instituciones más antiguas del mundo. La muerte de Francisco marca el fin de un pontificado austero, pero también reabre una discusión sobre los recursos, la transparencia y la gestión financiera del Vaticano en tiempos modernos.