El reciente anuncio del presidente Trump sobre la aplicación de aranceles a las importaciones a gran parte del planeta continúa generando un verdadero terremoto en los mercados internacionales.
El índice S&P 500 cayó más de 3% en Wall Street, mientras que el Nasdaq perdió un 4,2% en las horas previas a la apertura del mercado. El impacto fue particularmente fuerte en empresas con alta exposición al comercio internacional como Apple, Amazon y Nike. El efecto contagio llegó a Europa y Asia, donde el Nikkei japonés y el DAX alemán cerraron con desplomes superiores al 2,5%. Las acciones argentinas que cotizan en Nueva York (ADRs) no fueron la excepción: algunas registraron caídas superiores al 7%, mientras que el índice S&P Merval perdió 8,2% en Buenos Aires. El riesgo país, en tanto, escaló a 943 puntos, reflejando una mayor percepción de inestabilidad sobre la deuda argentina.
Este contexto internacional adverso llega en un momento delicado para la economía argentina. Por un lado, la medida de Trump encarece automáticamente los productos exportados por Argentina hacia Estados Unidos, afectando sectores como el vitivinícola, la miel natural, y manufacturas de origen agroindustrial. La balanza comercial podría resentirse aún más si se confirman caídas adicionales en los precios de los commodities, como la soja, el gas y el petróleo, que ya mostraron retrocesos importantes tras el anuncio.
En paralelo, la incertidumbre en torno al comercio global alimenta el “fly to quality” (vuelo hacia la calidad), un fenómeno en el que los inversores abandonan activos emergentes, como los bonos y acciones argentinas, para refugiarse en activos más seguros, como los bonos del Tesoro estadounidense. Este movimiento contribuye a la fuga de capitales y ejerce presión sobre el valor del dólar.
El riesgo para las reservas internacionales del Banco Central también es considerable, y no solo por los flujos de comercio. En los últimos meses, Argentina acumuló una proporción importante de sus reservas brutas en yuanes chinos, moneda que ahora enfrenta el riesgo de una devaluación si Beijing responde con contramedidas a los aranceles estadounidenses. De hecho, algunos analistas ya anticipan un a devaluación del yuan, lo que deterioraría el valor contable de las reservas argentinas y complicaría aún más la política económica del gobierno.
El panorama global, marcado por la incertidumbre, los riesgos de recesión y la volatilidad financiera amenazan la estabilidad macroeconómica que había conseguido el gobierno de Javier Milei en su primer año, especialmente en momentos en que apuesta todo a un acuerdo de estabilización con el FMI y un superávit fiscal sostenido como pilares de su plan económico.
En este nuevo escenario, la presión sobre los dólares paralelos en Argentina podría intensificarse, al tiempo que los activos financieros continúan cayendo. Para el Ejecutivo, que venía destacando la fortaleza del peso y la baja inflacionaria, este cimbronazo externo llega en un momento inoportuno y amenaza con alterar la estrategia económica de los próximos meses, dado que los desembolsos del FMI que buscaban engrosar las arcas del Banco Central aún no llegaron.
En definitiva, lo que comenzó como una jugada unilateral de Trump para proteger la industria estadounidense, amenaza con convertirse en una nueva tormenta para la economía argentina, que ya enfrenta desde hace unos meses tensiones internas considerables.