El mes arrancará con subas en combustibles, tarifas, transporte y servicios esenciales. A eso se suman el salto de los dólares paralelos producto de la escasez de dólares.
La política de desinflación de Milei se encuentra en el peor momento. Abril comenzará con una batería de aumentos que podrían presionar al alza los precios en un momento especialmente sensible: marzo cerrará con una inflación más alta que febrero por cuestiones estacionales, y los dólares paralelos mostraron fuertes subas en las últimas semanas producto de la incertidumbre que autogeneró el gobierno con el acuerdo del FMI y la escasez de reservas. Lo peor, todo esto sucede justo después de que el Banco Central decidiera reducir el crawling peg del 2% al 1% mensual, es decir, la tasa de devaluación controlada del tipo de cambio oficial, lo que debería haber provocado una menor tasa de inflación. La coordinación de precios en Argentina, al menos en el corto plazo, parece cada vez más difícil.
En lo que respecta al corto plazo, los aumentos programados para abril son amplios y afectan tanto a servicios públicos como privados:
-Combustibles: subirán un 1,75%, arrastrando detrás el precio de bienes y servicios por el impacto en los costos logísticos.
-Tarifas: habrá incrementos en electricidad (1,7%), agua (1%) y gas (1,8%).
-Prepagas: el ajuste en las cuotas puede llegar hasta el 2,8%, y ya arrastran subas acumuladas importantes desde enero.
-Alquileres: quienes renuevan contratos bajo la fórmula del ICL verán aumentos interanuales del 116,85%. Trimestralmente, los ajustes alcanzan el 8,73% y semestralmente, el 23,33%.
-Transporte: en el conurbano bonaerense, los colectivos aumentarán un 4,2%.
-Colegios privados: también en la provincia de Buenos Aires, las cuotas subirán un 3%.
-Telecomunicaciones: los abonos de telefonía, internet y TV pueden subir hasta un 3,2%.
Todos estos aumentos golpean directamente al índice de precios al consumidor (IPC) y debilitan el relato oficial de una desinflación consolidada. Aunque el dato de febrero cerró en 2,4%, el Gobierno y el mercado ya anticipan que marzo sería más alto, algo habitual en términos estacionales. A eso se le suma que los dólares financieros y el blue volvieron a moverse con fuerza producto de la falta de definiciones respecto al acuerdo con el FMI, presionando sobre las expectativas de inflación futura y sobre los precios dolarizados de la economía.
Lo preocupante es que este combo de aumentos y tensiones cambiarias se da luego de que el Gobierno decidiera desacelerar el ritmo de devaluación del dólar oficial. La apuesta era clara: contener la inflación vía tipo de cambio. Sin embargo, los datos muestran que los precios siguen subiendo y que la apreciación del peso no está alcanzando para mantener a raya a los formadores de precios, al mismo tiempo que se pierden miles de millones de dólares de las arcas del Banco Central.
Con este panorama, abril se perfila como un mes clave para el plan económico. Si el IPC se recalienta, será difícil sostener el discurso oficial de una inflación bajo control de cara a las elecciones de medio término de este año.