Al menos seis muertos y centenares de evacuados es el saldo de las inundaciones en la ciudad de Bahía Blanca, en la provincia de Buenos Aires, donde llovieron más de 300 milímetros en muy pocas horas. Este es el tercer fenónemo climático que golpea a la ciudad en poco mas de un año.
No hay clases en las escuelas ni transporte público, entre otros servicios, y el Hospital Penna debió ser evacuado. Mientras tanto, el Servicio Meteorológico Nacional elevó a roja la alerta por tormentas en la región y Vialidad pidió no circular por las rutas cercanas a la ciudad del sur bonaerense.
Las lluvias comenzaron, según medios locales, a las 4 de la madrugada. Calles como ríos, autos varados y repletos de agua, casas inundadas y hasta el Hospital Interzonal Dr. José Penna lleno de agua, son algunas de las dramáticas postales del temporal.
Las líneas de emergencia están operando al límite, con una gran cantidad de pedidos de asistencia. Las autoridades han advertido que podrían registrarse demoras y saturaciones en la atención.
Mientras que debido a la acumulación de agua en varias zonas, se solicitó a la empresa de energía local, EDES, el corte preventivo del suministro eléctrico en los sectores más afectados para evitar riesgos de electrocución y daños en la red.
La ciudad ya había sufrido en diciembre de 2023 un trágico temporal de lluvia y viento que dejó un saldo de 13 muertos al derrumbarse la pared de un gimnasio de un club.
Y en febrero de este año Una intensa tormenta de granizo y viento sorprendió a los habitantes de Bahía Blanca generando destrozos en
distintos puntos de la ciudad. La lluvia y las piedras de gran tamaño cubrieron calles, veredas y jardines, mientras que el fuerte viento
provocó la caída de árboles y cortes de electricidad en varias zonas.
¿LA TIERRA DEL DIABLO?
Huecuvú Mapú o Tierra del Diablo era el nombre impuesto por los aborígenes a las tierras donde se encuentra emplazada Bahía Blanca aunque, en rigor, dicha denominación abarcaba una amplia región norpatagónica.
El topónimo aludía a las duras condiciones climáticas de esa zona, especialmente a la agresividad de sus vientos, calores sofocantes y fríos extremos.
Para los más supersticiosos, quizás el origen de nuestros males climáticos pueda remontarse a la maldición arrojada sobre nuestra ciudad por la viuda del cacique Yanquetruz, pocos meses antes del gran malón del 19 de mayo de 1859.
Según el desaparecido historiador José Guardiola Plubins, esta historia se remonta a 1855, cuando el comandante Nicolás Otamendi, al frente de 80 milicianos y el capitán Ramos, con 48 húsares, fueron masacrados por las huestes de Yanquetruz en proximidades de Tandil. Sólo dos hombres se salvaron: un trompa que los indios se llevaron cautivo y un soldado dejado en el lugar por muerto.
Tres años después, el 24 de octubre de 1858, en el boliche de Silva, ubicado en la primera cuadra de la calle Zelarrayán, los parroquianos vieron ingresar a Yanquetruz vistiendo pomposamente el uniforme del difunto teniente coronel Otamendi, lo que desató el repudio de algunos de los oficiales de la Guardia Nacional allí reunidos.
Ante las recriminaciones de los soldados, Yanquetruz les recordó que el coronel Villar le había asignado el grado de oficial y que era jefe de las fuerzas indígenas auxiliares de Bahía Blanca.
La discusión, mezclada con los vahos de ginebra, no tardó en caldearse y cuando el cacique echó mano a su filosa daga fue apuñalado desde atrás por el capitán Jacinto Méndez, un sujeto de avería.
También existen otras versiones que dan cuenta del asesinato del cacique durante unas tratativas de paz a manos de gente de Calfucurá que pretendía su alianza.
Según Guardiola Plubins y otros historiadores, al enterarse de la muerte de Yanquetruz, su esposa, que era machi o hechicera, mediante un rito aborigen maldijo al incipiente poblado de Bahía Blanca por los siguientes mil años.